Santander (Cantabria), 1824-1905.
Ama de casa.
Después de obtener los títulos de Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, ganó por oposición a los 22 años la Cátedra de Historia crítica de la Literatura española de dicha Universidad, hoy Universidad Complutense, llegando a ser quizá el catedrático más joven del mundo. Abandonó esta plaza en 1898.
En 1881, a los 25 años, toma posesión como académico de la Real Academia de la Lengua. Posteriormente lo será de las Academias de la Historia (1883), de Ciencias Morales y Políticas (1889) y de Bellas Artes de San Fernando (1892), siendo el único español de la época que perteneció a las cuatro instituciones.
Bibliotecario de la Real Academia de la Historia (1892) y decano de la Facultad de Letras de la Universidad Central (1895), en 1898 es nombrado Director de la Biblioteca Nacional, cargo que desempeñó hasta su muerte. Las intrigas ajenas le cerraron el paso a la dirección de la Real Academia Española (1906). En 1905 se presenta su candidatura para el Premio Nobel y en 1909 es elegido Director de la Real Academia de la Historia. Fue Diputado en Cortes y Senador hasta su muerte por la Real Academia Española.
Víctor Setién Zubieta. Santander 1816-1893. Su maestro de primeras letras desde septiembre de 1861 hasta septiembre de 1866 que comienza en el Instituto Cantábrico (hoy IES Santa Clara).
Manuel Milá y Fontanals. Villafranca del Penedès (Barcelona), 1818-1884. Filólogo y escritor. Catedrático de la Universidad de Barcelona.
Gumersindo Laverde Ruiz. Estrada (Cantabria), 1835 – Santiago de Compostela (La Coruña), 1890. Escritor y periodista. Catedrático de la Universidad de Valladolid.
José María de Pereda. Polanco (Cantabria), 1833 – Santander (Cantabria), 1906. Comerciante y escritor. La mayor parte de sus novelas representaron el costumbrismo regionalista del siglo XIX.
Juan Valera. Cabra (Córdoba), 1824 – Madrid, 1905. Diplomático, escritor y crítico. Conoció a Menéndez Pelayo en Madrid cuando éste era muy joven y le introdujo en el mundo social.
Ramón Menéndez Pidal. La Coruña, 1869 – Madrid, 1968. Filólogo e historiador. Iniciador de la filología hispánica.
Benito Pérez Galdós. Las Palmas de Gran Canaria (Las Palmas), 1843 – Madrid, 1920. Escritor representante del Realismo español. Pasó temporadas en Santander en su finca de San Quintín.
Adolfo Bonilla y San Martín. Madrid, 1875 -1926. Profesor y erudito. Catedrático de Derecho en Valencia y Madrid.
Pedro Sáinz Rodríguez. Madrid, 1897 – 1986. Político y escritor. Catedrático de las universidades de Oviedo y Madrid. Impulsor de la Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pelayo y de su Epistolario General.
Antonio Rubió y Lluch. Valladolid, 1856 – Barcelona, 1937. Historiador y erudito. Desde 1908 primer Catedrático de Literatura Catalana.
Menéndez Pelayo muere con 55 años en Santander. La noticia causó gran conmoción en todo el país y más de cuarenta mil personas quisieron acompañarle en respetuoso y sentido adiós.
Comercios, fábricas y talleres cerraron sus puertas en señal de duelo. Rompiendo la costumbre, el cadáver atravesó la ciudad entre paseos y alamedas camino al cementerio. Las campanas de todas las iglesias doblaron a muerto.
Entierro a la salida de la antigua Iglesia de San Francisco pasando por delante del Ayuntamiento, donde estuvo la capilla ardiente. Abría la marcha una sección de la Guardia Civil de Caballería, seguida del Cuerpo de Bomberos y los niños de los Asilos, continuando el clero de su parroquia de San Francisco, y el Cabildo catedralicio.
Su hermano Enrique, el ministro de Instrucción Pública Santiago Alba, el gobernador militar, el comandante de Marina, el fiscal de Su Majestad, el deán de la Catedral, el senador Alvear, el obispo, el diputado a Cortes Redonet, el presidente de la Audiencia y el delegado de Hacienda presidieron el cortejo fúnebre.
En 1956, con motivo de la celebración de los actos del centenario de su nacimiento, fueron trasladados sus restos mortales desde el cementerio de Ciriego, junto a los de sus padres con los que quería reposar por disposición testamentaria, al iniciado monumento funerario proyectado por Victorio Macho.
El monumento tal como fue inaugurado el 19 de mayo de 1958, XLVI aniversario de su fallecimiento.
Máscara mortuoria realizada en 1912, por Victorio Macho que veló el cadáver de don Marcelino.
Detalle del proyecto. Devoto de San Francisco de Asís, viste, en el monumento el hábito de esa Orden.